Tuesday, August 20, 2013

Una aguja en un pajar

Para encontrar una aguja en un pajar solo hay que sentarse en ella. Realizar una hazaña de tal magnitud no puede ser posible sin que exista un poco de dolor de por medio; no se puede ser la excepción a la regla sin estar dispuesto a sufrir un poco a cambio. Ese es el orden natural de las cosas,  ese el sistema establecido y yo,  que nunca he sido del tipo desafiante,  habría pasado el resto de mi vida obedeciendo esas máximas de no haber sido por esa noche.  No necesito describir el mal día que estaba teniendo hasta entonces,  aunque a decir verdad, tal vez si,  mi día había sido una mierda, y no cualquier mierda, una mierda de la que se rehúsa a irse por el caño y se derrama por la orilla de la taza del baño mojando el piso y tus zapatos,  una mierda que te hace quedar mal frente a todos y que impregna de su olor tu ropa,  una mierda que te acompaña a donde vas y que no te da tregua; ese había sido mi día hasta que buscando un lugar para esconderme,  entré ahí,  sin mirar hacia el interior,  simplemente atormentado por la humedad en mis zapatos y concentrado en la pestilencia proveniente de mis ropas, pero al dar dos pasos dentro de este lugar una ola de calor proveniente de las notas que alcanzaba el saxofonista me envolvió secándome completo y de forma definitiva, el suave aroma de la voz de la cantante neutralizo mi pestilencia y el abrazo de las cuerdas del bajo me reconfortó. -¿Vas a quedarte ahí parado,? Me dijo ella ¿o vas a venir a bailar?
Sin entender exactamente dónde estaba, con quién bailaba y cómo es que había llegado ahí, me dejé llevar por el ritmo de los timbales y el carácter seductor de la situación.

Mis manos tocaron otras manos, en sus pechos disfrute de otro perfume,  una lengua extranjera se paseó por mis oídos, degusté un éxtasis inesperado,  mis ojos se cerraron en un beso dulce y prolongado.
Para encontrar una aguja en un pajar solo hay que sentarse en ella,  tal vez duela un poco al principio pero vale la pena encontrarla.

Tuesday, August 06, 2013

La noche que me hace el dia

Amanezco sin tus latidos,
sin tus quejas no tus ruidos, 
y me voy a trabajar pensando
que te ves linda cuando te enojas.

La tarde es un cruel letargo 
una zona deshabitada, 
mi mente vuela, fantasea
y mi cuerpo no puede soportarlo.

El camino es tedioso, 
un trámite, una conmuta 
llena de gente extraña 
que ante mis ojos se marchita.

Es la noche que me hace el día
y mientras más se hace de noche
es tu cuerpo y alegría
lo que me inspira y me guía.


Thursday, August 01, 2013

La maté

La maté porque en realidad no me quedaba mucha alternativa,  traté inútilmente de sobreponerme a ese instinto, pero fui, como siempre, superado por el deseo y obligado por la costumbre.

Hubiera querido que las cosas fueran distintas,  pero la naturaleza no da demasiadas alternativas tampoco,  nos predispone,  casi podría decir que nos enfrenta, juega con nuestros prejuicios, nubla nuestra clemencia y nos vuelve territoriales.

La maté también por cansancio,  por hastío,  porque simplemente no se me ocurría otra forma de deshacerme de ella; hay límites para la imaginación, nuestra cordura se ve rebasada por la solución fácil e instantánea de la vida moderna,  podría decir que la maté porque está de moda,  porque así lo dictan los cánones sociales,  como si al hacerlo estuviera obedeciendo al universo colectivo, la maté para sentirme parte de un grupo,  de una clase, de una forma de vida, de una sociedad,  de toda una civilización que, de haberla dejado vivir me lo habría reprochado,  me habría rechazado, excluido y tal vez hasta expulsado,  la maté para pertenecer y permanecer.

La maté, no tuve opción y si todas las razones anteriormente expuestas no son suficientes para excusar mi decisión, si esta serie de argumentos y circunstancias no me exoneran de culpa,  si no me hacen ver más como una víctima que un victimario, entonces nunca más volveré a matar a una araña.