Wednesday, May 24, 2006

Casa de dos

El día que descubrimos que la casa de Anselmo empezaba a desaparecer, a todos nos dio risa, pues cómo no, si era la casa más grande del pueblo y Anselmo era re mamón. Aunque yo sentí gacho por sus jefes y su hermana por que ellos si eran buenas gentes

Rogelio y yo fuimos los primeros en darnos cuenta de lo que estaba pasando, porque en casa de Anselmo tenían al fondo del jardín trasero un árbol de mangos, y por las tardes pasábamos por ahí para chingarnos alguno, pero un buen día, ya no estaba.

No le dimos mucha importancia, ni nos imaginábamos lo que estaba pasando, nomás nos dio coraje no poder comer mangos ese día.

Ni Anselmo ni su hermana Hilda fueron a la escuela el día siguiente, la maestra Carmen, nos encargó a Roge, Beto y a mi que le lleváramos la tarea a su casa después de clases. Tocamos y tocamos pero nadie abrió, le dimos la vuelta a la casa para enseñarle a Beto que ya no estaba el mango porque no nos creía y nos encontramos con el patio pelón, ni un árbol, ni barda, tampoco estaba el tendedero, solo había pasto, no se nos ocurrió mirar hacia arriba de la casa o hubiéramos descubierto de que también había desaparecido parte del techo.

Cuando llegué a la casa mi mamá me contó que toda la familia Saldivar (Anselmo, Hilda y sus Papás) se habían pasado a vivir a casa de su abuelita. Después de comer Roge y yo fuimos a la casa de Doña Rina dizque que para llevarle la tarea a Anselmo, , pero la verdad es que fuimos al chisme. Tocamos la puerta y nos abrió su Mamá, Doña Cecilia, se veía como triste, le dijimos que nos había mandado la maestra, ella nos recibió el papel en que venía anotada la tarea y nos dijo que no nos preocupáramos, y nos pidió que avisáramos en la escuela que ni Anselmo ni Hilda iban a ir a la escuela por algún tiempo.

Volvimos a casa de Anselmo aprovechando que no había nadie para romperle los vidrios, pero cuando llegamos ahora si nos dimos cuenta de que la mitad de la casa había desaparecido, solo quedaba una pared, una puerta y medio techo, fuimos por Beto y el trajo a sus primos, al rato medio pueblo ya sabía. Nos moríamos de la risa imaginándonos al mamón de Anselmo viviendo con su familia en casa de su abuela, todos apretujados, que bueno, se lo merecía por presumido.

Como tres días estuvimos todos haciendo bromas hasta que un día, Beto llegó muy serio a la escuela, su casa había comenzado a desaparecer también.

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