Wednesday, April 26, 2006

Pesadilla co-producida

Me dijo mi prima que la tristeza no mata, pero yo no le creí hasta que conocí a Ramiro.
Ése que jugaba básquet y se iba de pinta los lunes y los viernes, estaba bien guapo y aunque iba en segundo, parecía de tercero, mi amiga Lola me dijo que era porque había repetido dos veces quinto de primaria y que era re burro, pero a mí no me importaba por que daba besos de lengüita y se madreo al pinche menso de Iván que siempre me agarraba las nalgas a la salida. Nomás le conté y se encabronó tanto que ese mismo día lo esperó a la vuelta, por donde se iba para tomar el pesero, yo fui con él para ver la tranquiza.
Después de ese día toda la secu supo que andábamos, hasta me volví importante, íbamos a todas las fiestas y fajábamos bien sabroso, yo lo iba a ver en las tardes al parque a jugar básquet siempre ganaba, a veces me daba la impresión de que los otros lo dejaban ganar por miedo a que los madreara.
Un día me pidió que cogiéramos y yo le dije que no, que no estaba lista. Se rete encabronó, me dijo que era un a puta calienta huevos y me mandó a la tiznada, yo creí que se le iba a pasar rápido, pero nel, en la escuela ni me hablaba y le contó a todos que hasta se la había mamado y no era cierto, como dos veces nada mas le agarre el pito y el se vino luego luego.
Me contaron que empezó a andar con una chava del CCH Sur, ya nunca me volvió a buscar, luego iba al parque a verlo jugar y nada mas me hacia caras y se reía de mi con sus amigos. Sentí re gacho, un día lo fui a ver a su casa y no estaba, fui al parque y tampoco.
Mi prima tiene razón, la tristeza no mata, pero las redes de la cancha de básquet si.

Ilustración El Gato de azotea
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