El extremismo ideológico

Después de leer un tweet de Paulina García sobre la tarea evangélica de Morrissey por convertir a todo el que se encuentra al veganismo y su constante lucha en contra del abuso animal como vocero de PETA me hicieron reflexionar sobre la polarización ideológica que existe en la actualidad y el extremismo con que los próceres de distintas causas se manifiestan a favor de sus intereses y en contra de cualquier corriente de pensamiento que se le oponga, pero sobre todo en lo fácil que resulta que una figura pública influya en las mentes de cientos de miles de personas que sin dudar ni analizar adoptan el estilo de vida que sus ídolos les imponen.

Por supuesto que hacer tal reflexión me hace mirar primero hacia adentro, ya que haciendo lo que hago yo participo activamente en ese proceso. Digamos que una parte importante de mi trabajo es conseguir que personas con influencia se conviertan en portavoces de los productos y servicios que ofrecen mis clientes; tal vez no a los niveles de Morrissey pero me doy cuenta de que una gran responsabilidad social recae sobre mis hombros y que debo ser muy cuidadoso al elegir el mensaje y el portavoz pues el público meta es realmente susceptible y acepta sin chistar recomendaciones de quienes ellos consideran ser líderes de opinión. Dicho esto regreso al importante punto en que me sorprende como una audiencia puede probar un producto, solicitar un servicio o aceptar un estilo de vida sin detenerse a comparar o evaluar las distintas opciones simplemente porque alguien a quien admiran les dice que lo hagan.

Existe una necesidad de pertenencia en la sociedad actual que permite que las tribus urbanas migren y cambien de bando a simple pedido de sus líderes, o figuras de influencia. Un enorme vacío emocional e intelectual que se llena a pedido y que puede ser modificado al antojo y necesidad sin considerar que algunas posturas pueden llegar a ser contradictorias o simplemente ajenas a las anteriores.

Mi pregunta es porqué es tan fácil, y si verdaderamente la gente está tan vacía que no hace falta más que una simple recomendación para que se lancen a las calles y peleen por causas que a veces son tan ajenas a ellos mismos como los líderes que los instigan.