Saturday, February 20, 2016

Hace 7 años en La Isla Negra

Compañeros, enterradme en Isla Negra,

frente al mar que conozco, a cada área rugosa

de piedras y de olas que mis ojos perdidos

no volverán a ver.

...Abrid junto a mí el hueco de la que amo, y un día

dejadla que otra vez me acompañe en la tierra."

(P. Neruda - "Disposiciones"/Canto General)

Visitar la casa en donde se inspiro Pablo Neruda para escribir la gran mayoría  de su obra poética y donde hoy yace enterrado junto a su querida Matilde me trajo sentimientos encontrados.

No todos los días  uno puede estar en el mismo lugar donde estuvieron sus heroes, no todos los días se puede tocar el mismo escritorio que tocó un Premio Nobel de Literatura y quizá haya sido una oportunidad única en la vida el poderme reclinar sobre su tumba a agradecerle por su lucha, por enseñarme que se puede vivir del amor, que se puede escribir del amor y que se puede amar tanto a la vida que uno termina por ser inmortal; viviendo  a traves de quienes leelmos sus poemas, de quienes nos inspiramos y de quienes aún  podemos llorarlo, a pesar de que Neruda haya muerto casi un año antes de que yo naciera.

La Casa de Pablo Neruda es un lugar mágico, por supuesto que tomó  más importancia despues de la novela "Ardiente Paciencia" (El Cartero de Neruda) de Antonio Skarmeta, pero sigue siendo una meca para todos los que en esta vida aspiramos a ser poetas. 

La vista hacia un mar que enfurecido azota las piedras y abraza la playa, un bosque se revuelve con el viento y lucha por seguir siendo verde, por sobrevivir al presente y finalmente, una cabaña que es barco, tren y es Chile al mismo tiempo, que como la vida fue creciendo, que como los hombres esta llena de caprichos, recuerdos y nostalgia, la Isla Negra (que no es isla) es el referente de un hombre que dedicó su vida a amar. A amar la vida, a sus mujeres, a su país y sobre todo, a la justicia, su casa refleja su carácter metódico y su amor por las cosas simples, es un tributo a su padre y un templo de su pasión por el mar. Pablo Neruda fue una persona admirable, lleno de errores,  débil ante la tentación. Un ser humano completo que salvó  la vida de otros 2,000.


El atardecer fue una brisa suave que con su beso salado me hizo sentir, por un instante, que el amor estaba ahí, entre nosotros y que no se va a ir a ningun lado.




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