Wednesday, May 27, 2009

Reflexiones de media cancha.



(A Eric Cantoná.)

Ver el balón,
no perderle la vista,
adelantarse 25 metros
y regresar corriendo 50,
siempre con la vista fija
en la pelota,
como si la tierra girara
alrededor de balón,
como si lo único que importara
fuera esa esfera blanca
de parches marrones,
que se traslada
de un lado al otro de la cancha
en patrones tan planeados
como espontáneos.

Defender un tiro de esquina,
cobrar los tiros libres,
recorrer el césped
por 90 minutos
de un toma y daca
frenético
que no da descanso,
mantenerse
entre patadas,
jalones y reclamos,
siempre
con la vista fija
en la pelota,
ese pequeño
tirano curvilíneo
que se vuelve egoísta
y generoso a su antojo.

Cuando se es
atacante y defensor
al mismo tiempo,
hay muy poco margen
para contemplaciones,
se vive con
una amarilla encima,
siempre al borde
de la roja.

No hay tiempo
para festejar
ni lamentarse,
solo se puede correr
y mantener la posición
por todos los sectores del campo,
pero siempre,
con la vista fija
en la pelota.

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